Por primera vez nacen en Euskadi más niños de mujeres de 40 años que de 25; la natalidad vasca está a la cola de Europa
«Si el padre trae al niño a la mañana, la madre lo recoge por la tarde; todos a la carrera, eso sí»
«En la sociedad del bienestar tener hijos crea inseguridad: ¿les podremos atender bien?»
«Compaginar la vida laboral con la doméstica es difícil, la conciliación no llega al trabajador»
Por primera vez en la historia de la demografía vasca han nacido más niños de mujeres de 40 años en adelante que de mujeres de 25 o menos. Son datos referidos al primer trimestre de 2010, que ha dado a conocer el Instituto Vasco de Estadística (Eustat). Es el signo de los tiempos: las mujeres tienen hijos cada vez más tarde y en menor número. Los índices de natalidad en Euskadi están por debajo de la media europea en una sociedad que enveceje. La tasa de fecundidad en Europa ronda el 1,6. Y la vasca, el 1,4: las mujeres vascas en edad fértil 'tocan' a 1,4 hijos por cabeza. «Hay países en Europa que están más bajos de la media comunitaria y el País Vasco se sitúa entre ellos», explica el sociólogo Martín González Hernández, coordinador de estadísticas demográficas en el Eustat. «Italia tiene una fecundidad muy baja. Portugal, algo más alta, pero baja según sus registros históricos. Alemania anda por 1,4 hijos por mujer». A juicio del especialista, no son cifras extrañas en Europa. «Sí lo es, en cambio, la bajada tan brusca de la natalidad que se registró en el País Vasco en los años 80».
Los datos actuales son consecuencia de aquel 'crack'. «No ha habido ningún país en el que de una fecundidad de tres y pico hijos por mujer se bajara a menos de uno. A mitad de los años 90 se dio este punto de inflexión, a partir del cual empezó a subir». Ocurrió en el País Vasco, en Asturias y en el norte de Italia. La reconversión industrial y la crisis fueron sus causantes. «Ahora se tienen los hijos que se quieren tener», explica González. «Antes no se sabía cuántos iban a sobrevivir y se tenían más. Una mayor tasa de paro, la precariedad laboral y la incorporación de la mujer al trabajo, masiva a partir de las generaciones nacidas en los 70, son factores que influyen. Las mujeres han retrasado los embarazos hasta cumplidos los 30 años y han tenido 1 ó 2 hijos como mucho».
En la escuela infantil Loreka, que acoge a niños de 0 a 3 años en el barrio de Igara en Donostia, no se asustan por estos datos. «Nuestra trayectoria ha sido positiva desde que abrimos en 2005», dice su responsable, Esther Maroño. «El primer año teníamos pocos niños y hemos ido ganando en ocupación a medida que la gente nos ha ido conociendo».
Que la natalidad sea baja es un factor negativo para su sector. Pero hay circunstancias a favor. «Cada vez más familias optan por un centro como el nuestro frente a opciones como el cuidado por los abuelos o el servicio doméstico. Que los niños empiecen desde pequeñitos en centros donde puedan recibir un servicio asistencial y educativo de calidad es una apuesta en alza. Cada vez hay más información sobre la importancia de estos tres primeros años de la vida infantil».
Traer hijos al mundo y criarlos no es tarea fácil. «Antes faltaban recursos y, ahora, en la sociedad del bienestar y la mujer incorporada al trabajo remunerado, la dificultad está en compaginar trabajo y familia. La flexibilidad en el trabajo y los horarios continuos, que permiten salir pronto por la tarde, son de gran ayuda».
¿Llegan los padres agobiados a Loreka? «Las cosas van cambiando, el trabajo se reparte, si el padre trae al niño por la mañana, la madre lo recoge por la tarde. La gente lo lleva bien, eso sí, todos vamos a la carrera. Son las mujeres las que suelen acogerse a reducciones de jornada, excedencias o las que bajan el pistón a nivel profesional».
Las ayudas por parte de las instituciones son determinantes. «Se van viendo avances y, por parte de las empresas, más flexibilidad, pero estamos lejos de otros países. En Alemania, las ayudas por hijo son de 1.656 euros al año hasta los 18 y los permisos de maternidad remunerados son más amplios. España ocupa el octavo lugar en el ranking de países europeos con permisos de maternidad remunerados. Suecia lo encabeza con 96 semanas».
¿Por qué se tienen menos hijos?
«Los factores determinantes son económicos, de organización familiar y el reloj biológico: nos planteamos la maternidad después de los estudios y de un trabajo estable, lo que tarda en llegar».
En estas circunstancias destacan las familias con tres o más hijos. Natalia Díez-Caballero es presidenta ejecutiva de Hirukide, Federación de Asociaciones de Familias Numerosas. «El miedo a no conseguir trabajo o perderlo, la dedicación y el tener que compaginarlo todo hacen que la maternidad se retrase. Y estas dificultades son mayores para la mujer ».
La sociedad del bienestar impone sus reglas. «El nivel de vida en Euskadi es elevado, deben trabajar los dos miembros de la pareja, en muchos casos a jornada completa, y así es complicado tener hijos».
Faltan políticas de apoyo a la familia. «Las dificultades no se solucionan con 500, 1.000 ó 2.000 euros de ayuda directa y puntual». El empuje de Hirukide ha logrado «que las necesidades de las familias con hijos entren en la agenda de los políticos, las administraciones y la opinión pública». «Euskadi es pionera y un referente en el Estado en medidas de apoyo a la natalidad. Pero queda mucho por hacer. Los países de la UE nos llevan mucha ventaja. Hay que avanzar en racionalización de horarios, equiparación de las jornadas laborales y escolares, aumento de desgravaciones fiscales por hijo e implantación de una renta estandarizada para todo Euskadi ponderada en función del número de hijos para el acceso a ayudas, becas o vivienda. Ello evitará la brecha que existe entre municipios e incluso territorios en políticas de apoyo a la familia».
Los hijos traen preocupaciones pero también compensaciones. «Pese a las adversidades e incertidumbres, es una apuesta segura por el futuro. Todas las personas pasamos momentos malos pero cuando tienes hijos te garantizas que también vas a tener momentos de felicidad. No hay nada como el beso o el abrazo de tu hijo, en el que puedes volcar todo tu cariño de forma incondicional».
Jon y Contxi, padres de un hijo de 7 y una niña de 3, tienen claras sus prioridades. «Compaginar la vida laboral con la doméstica es muy difícil», dice Jon. «Las medidas de conciliación no han empezado a llegar a los trabajadores. Hay un desfase entre los sueldos y el nivel de vida y el esfuerzo económico es alto para las familias».
Se trata de elaborar el propio concepto de bienestar. «Parece que la felicidad se logra mediante el consumo. Y, a menudo, de cosas inútiles. Para mí es más importante la familia que una pantalla de plasma. Prefiero quitarme algunas cosas y disfrutar de lo que más importa».
La familia se diversifica. Desde la Asociación de Madres y Padres Homosexuales Magala se pide un reconocimiento a la homoparentalidad. «Somos un colectivo más en la sociedad pero no se nos tiene en cuenta», afirma un portavoz. «Aún influye el hecho de que la homosexualidad haya estado perseguida». Más de 200 parejas con hijos suelen reunirse en distintos puntos de Gipuzkoa. Cerca del 80% son parejas de mujeres. «Estamos ahí y queremos participar porque luchamos, como todos, por nuestros hijos».
Óvulos y naranjas
En la asociación de familias Ume Alaia de Gipuzkoa lo tienen claro. «La biología funciona», dice su trabajadora social, Rosa Barrio. «Muchas veces, más que por la imposibilidad de tener hijos, los problemas vienen por el tiempo que retrasamos el momento de tenerlos. Cuando compras una caja de naranjas, te comes las de arriba, las más buenas. Pasa una semana y las de abajo están arrugadas y alguna, pocha. Lo mismo le pasa a los óvulos. Hoy sabemos que el estrés, la contaminación ambiental y los estilos de vida afectan a la reproducción humana».
En estas circunstancias, se busca la vía de la adopción. «Pero el momento actual es difícil y el proyecto no siempre se acaba con éxito. Los tiempos de espera se alargan y los perfiles de los niños no siempre son los que piden las familias. Hay cuatro solicitudes de adopción por cada familia que la solicita».
Quien ha superado estas dificultades es Karmele Lertxundi, miembro de Asfamogi, asociación de familias monoparentales de Gipuzkoa y socia también de Ume Alaia. Su hijo Mikel Huotong llegó con 4 años y ahora tiene 6. «La espera es difícil porque se trata de un embarazo burocrático. Fueron 5 años de espera muy largos. Mi hijo procede de China y, en un principio, el tiempo para la adopción iba a ser más corto, pero los plazos se alargaron». Karmele y Mikel Huotong cumplen este mes dos años que se conocieron. «Ha sido muy gratificante aunque, con 4 años, el choque por el cambio es grande. Pero son niños tan cariñosos y tienen tantas ganas de aprender que eso ayuda. Empecé a hablarle en euskera, aunque la comunicación inicial fue por gestos».
En cuanto a apoyos institucionales, ha encontrado puertas abiertas y otras cerradas. «Esto es algo que quiero tanto, que me he volcado en ello. Es un recorrido largo y yo tengo 52 años y la madurez ayuda a no idealizar el futuro. Intentando hacer bien las cosas encuentras obstáculos que hay que superar. Tienes que estar abierta y alerta». Está en situación de excedencia, después de su baja de maternidad, porque Mikel le necesitaba. «Estamos aprendiendo los dos. Son niños raudos y veloces y tienen ganas de aprender. No siendo fácil, la experiencia es gratificante».
Y ella cuida a su hijo sin el apoyo de una pareja. «Ser soltera es una opción. He tenido mis experiencias y mis parejas. Pero entendí que quería una maternidad en solitario y estoy encantada con ello. Hay familias monoparentales en las que hay un padre, pero mi responsabilidad es como madre soltera. Aún así, sigo abierta a la vida».
Desde Asfamogi se les da a las familias como Karmele y Mikel todo el apoyo posible. «En la asociación somos 589 familias», dice su presidenta, Maite Zurdo. «Tenemos que luchar mucho para sacar adelante a nuestros hijos y la ayuda es importante. Necesitamos más apoyos porque tenemos muchos proyectos para realizar».