La fórmula, por definición, es compleja. Darle amor y cuidado a un niño para después desprenderse de él es una misión para la que no toda mujer está preparada. Sin embargo, esa entrega es el mejor regalo que puede tener un niño vulnerado, mientras espera a sus padres definitivos.
Ese martes 20 de octubre, Gloria Carrasco, madre de dos hijos, llegó un poco perturbada a la vieja casona donde está instalada la Fundación Chilena de la Adopción, en Providencia. Llevaba de la mano al pequeño Amaro, de casi dos años, para devolvérselo a su madre biológica, una joven confundida que hace un mes y medio había tomado la difícil decisión de dejarlo en manos de la fundación, mientras resolvía qué hacer con su vida. Gloria, una de las 23 guardadoras omadres transitorias que colaboran con la institución, había acogido desde ese momento al niño, como a un hijo más.
Las dos primeras semanas no fueron fáciles: Amaro extrañaba mucho a su madre y cuando lloraba, Gloria también se quebraba. Pero el paso de los días y el cariño de esta mujer pronto comenzaron a dar frutos reparadores. El niño empezó a jugar, a desarrollar su lenguaje y a sonreír cuando lamiraba. Peligrosamente, empezó a decirle “mamá”.
En esa suerte de “romance” estaban cuando llegó la noticia: la progenitora del pequeño había conseguido ayuda para salir adelante con su bebé y quería recuperarlo. El ritual de la despedida duró dos días. Dos días en que esta guardadora permitió que en su casa madre e hijo volvieran a conectarse.
La entrega definitiva se programó para ese martes 20 en la fundación. “Mi corazón estaba dolido, tenía ganas de llorar, pero aguanté para que pudiera irse tranquilo. Fue muy complicado. Me decía ‘mamá’ a pesar de que quise evitarlo. Eso fue muy fuerte”, recuerda Gloria.
A la misma hora en que ella entregaba al pequeño, en los pasillos de la fundación celebraban otra noticia: la justicia había ordenado a Marcela Castillo, la guardadora que se encariñó con la pequeña Matilde después de cuidarla durante seis meses, devolverla a la fundación. Así terminaba una tormentosa semana de rebeldía en que ambas permanecieron inubicables.
Dos íntimas historias de apego y desapego. A diferencia de Gloria, Marcela no pudo contenerse. Se involucró y traspasó trágicamente la barrera de una misión (la de ser guardadora), considerada hoy como la mejor manera de asegurar el desarrollo sano de un niño abandonado.
Sobre eso no hay cuestionamientos. El problema es que el sistema, como está planteado, no contempla que unamadre guardadora tenga la opción de adoptar al niño que está a su cuidado. “Y no debiera existir esa opción, porque son motivaciones totalmente distintas. Cuando quieres ser padre no quieres hacerle el bien a otros; simplemente quieres desarrollar ese rol. La familia guardadora, en cambio, actúa por altruismo. Se trata de personas con un gran corazón y un sentido solidario, que quieren compartir su familia para ayudar a un niño”, explica María Elena González, asistente social que encabeza la Fundación Chilena de la Adopción (FADOP), el único de los cuatro organismos acreditados en el país para gestionar adopciones que utiliza el sistema de guardadoras. Los otros tres (el Instituto Chileno de Colonias y Campamentos y Hogares de Menores, y las fundaciones San José y Mi Casa) operan como hogares de menores. “Ésta fue una situación excepcional”, insiste la profesional a cargo de la FADOP, lamentando que una experiencia que, según explica, ha funcionado sin fallas durantemás de 20 años, haya estado en el ojo del huracán por el caso de Matilde y sus atormentados guardadores. “Aquí se quiso llegar a una adopción por la vía rápida y vulnerar el sistema legal de guardadores”, reclama González.
Dos caminos sin conexión
Es cierto. Salvo excepciones, el sistema ha funcionado bien. Pero eso no quita que muchos se hayan preguntado, a partir del caso deMatilde, si no es conveniente abrir caminos para que una guardadora pueda transformarse en madre adoptiva.
Hay consenso en que la ruptura de los vínculos que desarrolla un niño con sus figuras de apego genera intensos sentimientos de abandono y pérdida, y que por lo tanto deberían evitarse al máximo las separaciones. Para muchos, el ideal es que los niños sean entregados a sus padres adoptivos lo más temprano posible, demodo que el tiempo que pasen con una madre transitoria sea breve. “Por muy buena, segura y sintonizada que resulte la nueva figura de apego, la situación de cambio representa un quiebre en la experiencia emocional del bebé, la cual es percibida como pérdida”, señala la sicóloga clínica Leslie Power, especialista en Apego y Crianza Afectuosa.
En el resto delmundo, señala, hay casos que pueden servir de referente. En Nueva Zelanda, por ejemplo, país en el que no existen hogares de menores por considerarse que vulneran el derecho del niño a crecer en una familia, los guardadores pueden adoptar a los pequeños bajo su cuidado, pero deben someterse al mismo procedimiento que cualquier otro postulante para que se determine su idoneidad. La ventaja sobre los demás aspirantes es que elmenor tiene un vínculo previo con ellos. Se trata de una modalidad que en países desarrollados ha significado replanteamientos en el sistema judicial y un cambio de mentalidad frente al tema.
Felipe Lecalennier, director del Centro de Estudios Evolutivos e Intervención en el Niño de la Universidad del Desarrollo y uno de los especialistas cuyos estudios sustentan el sistema de colocación familiar defendido por la FADOP, tampoco descarta la ventaja de darle a una madre guardadora la oportunidad de adoptar. “Si me preguntas qué es lo mejor para un bebé, es que no haya cambios y, en ese sentido, si el sistema permitiera que un cuidador continuara con el tema de la adopción, claramente sería unamuy buena alternativa”, señala, estableciendo que para eso debería haber un sustento legal.
Desafortunadamente, el caso de Marcela, la cuidadora de Matilde, se dio en un contexto en que el camino de la adopción para una guardadora no es posible legalmente. Ni ella ni sumarido, Eduardo Porter, se sometieron desde un comienzo al complejo y a veces agotador proceso de postulación para adoptar.Matilde, después de seismeses de apego a los Porter, ya tenía unos padres adoptivos que habían cumplido todos los requisitos. “En países más avanzados se usa el sistema de familias pre-adoptivas, que parten como guardadoras y terminan como adoptivas. Pero son otros sistemas judiciales y otras miradas de la adopción”, explica María Elena González.
Encuentros afortunados
Amaro fue la segunda experiencia de Gloria como guardadora. La primera la vivió a comienzos de año, cuando recibió a Teresita, de apenas tres días. “La tuve hasta los 4mesesmás o menos, que fue cuando se encontró con sus padres adoptivos. En la fundación me advirtieron lo que podía pasar a la hora de entregarla y con mi esposo lo conversamos mucho. Sabíamos a lo que íbamos. Teníamos claro que nuestra labor era compartir nuestro amor con alguien que lo necesitara. Nos preparamos, nos apegamos mucho a ella, pero siempre sabiendo que no era nuestra”, dice Gloria, refiriéndose al proceso de desvinculación que vivió, asesorada por la fundación.
Tatiana Jaque, la madre adoptiva de Teresita, tiene un acercamiento especial al tema. Su madre fue guardadora y ella tiene, además, otro hijo adoptado: Iñigo. “Mis papás acogieron a tres niños. Después, por esas cosas de la vida, me casé y con mi esposo descubrimos que no podíamos tener hijos biológicos y optamos por una forma diferente de hacer familia. Al recibir ami primer hijo, Iñigo, sentí una emoción que no puedo explicar. Fue el díamás feliz demi vida, junto con el día en queme entregaron a Teresita”. Continúa: “Él venía de una institución en la que permaneció cuatro meses. No lloraba. Al principio pensamos que se había adaptado perfecto. Pero en realidad se había acostumbrado a que nadie acudiera a su llamado. No hay institución que le brinde a un niño 24 horas de atención.Mi bebé tenía desnutrición y presentaba huellas de que pasaba mucho tiempo acostado. Estaba poco estimulado y no expresaba dolor. Estuvo en un hogar en el que le brindaron elmayor cariño posible, pero son 45 niños…Teresita, en cambio, está muy estimulada, es despierta y segura. Esperamos dos años por ella”, recuerda.
La exitosa experiencia que vinculó las vidas de Gloria, Teresita y Tatiana es para la Fundación Chilena de Adopción un claro referente de cómo debe funcionar el sistema de colocación familiar en la práctica. Este ejemplo, en particular las diferencias entre Iñigo y Teresita frente a unamisma situación de adopción, respalda también las numerosas evidencias que existen en torno a la conveniencia de que un niño abandonado (o vulnerado en su derecho de vivir con sus padres, como prefieren expresarlo los especialistas) permanezca en el seno de una familia de acogidamientras se aclara su situación, versus la alternativa de que permanezca en una institución.
Un mundo ideal
En Chile, un niño vulnerado en su derecho a vivir con sus padres tiene dos caminos: ser criado en un hogar de menores o vivir con una familia de acogida transitoriamente, hasta que se encuentre con su familia definitiva. La primera opción es la medida que adopta el Tribunal de la Familia después de agotar todas las instancias. “Y si no haymás remedio, su permanencia en un hogar debe ser lo más breve posible. Pese a que le brindemos a un menor todas las atenciones, jamás vamos a suplir un entorno familiar”, reconoce Francisco Vega, director del Hogar deMenores Villa Padre Alceste Piergiovanni, ubicado en la Quinta de Tilcoco (VI Región).
“Los estudios han mostrado que el ambiente normal y esperable para el desarrollo de un niño es una familia. Y no entendida en un concepto abstracto, sino como vínculo estable, coherente, afectivo y selectivo. Eso no es un hogar de menores”, afirma Lecannelier. En su opinión, el ideal sería que no existieran los hogares de menores y que todo el proceso pre-adoptivo estuviera sustentado por las familias de acogida.
Lamentablemente, la realidad esmuy distinta. En el país, el 98% de los niños vulnerados está repartido en instituciones y sólo el 2% está en manos de madres guardadoras.
Se ha demostrado que uno de los peores efectos de la institucionalización es que losmenores no desarrollan su capacidad de apego y eso, a largo plazo, les acarrea dificultades para establecer relaciones. “Mientras más tiempo pasa institucionalizado unmenor ymientrasmás personas se hacen cargo de su cuidado,mayores son los efectos negativos en su saludmental, en su desarrollo intelectual, afectivo, del apego, neurológico e incluso inmunológico”, dice Lecannelier.
En efecto, en un hogar de menores, diversas personas intentan otorgar al niño condiciones previas a su adopción definitiva, considerada la mejor alternativa. Sin embargo, la atención que se les ofrece, si bien responde a las necesidades físicas del pequeño (muda, alimentación, calor, techo, estimulación) tiene una debilidad centra: esmuy difícil ofrecer una relación única y estable de “un” adulto significativo con “un” niño. Hoy será una tía la que lo mude, mañana será otra la que lo acune. Hoy una tía morena le mostrará el osito; mañana será otra la que le dé la mamadera. En cambio, explica la sicóloga Leslie Power, el sistema de guardadores nace de la relevancia que los primeros vínculos tienen en el desarrollo de un ser humano,más aún si se trata de uno abandonado. “Si hay algo que ha sido vulnerado en estos niños es su derecho a tener a quien llorarle y que ese alguien sea siempre la misma persona”, explica. “Tener la oportunidad de un vínculo estable, íntimo, cercano, a prueba de mocos, cacas, flatos y vómitos, que sostenga todo lo que ese niño significa, es lamejor alternativa de compensación que como sociedad podemos brindarle a cualquier menor”, agrega la especialista.
En el caso deMatilde,más allá del camino que eligieron los Porter Castillo, María Elena González, de la FADOP, reconoce: “Una cosa es que no hayan cumplido su compromiso, pero no pongo en duda todo lo que le entregaron a la niña mientras estuvieron con ella. Lo que ella ganó es algo que no va a olvidar jamás, porque es lo que le va a permitir establecer vínculos sanos a futuro, partiendo por sus padres adoptivos. Lo que esta familia entregó y lo que todas las guardadoras dan a nuestros niños es un valioso cheque a fecha”.