Rusia ha decidido suspender temporalmente las adopciones de niños nacionales por parte de padres norteamericanos, mientras estudia una reforma del procedimiento. Así cumple la amenaza que hizo hace una semana cuando una mujer de Tennessee devolvió al niño que había adoptado metiéndolo en un avión a Moscú con una nota para explicar que ya no lo quería. El caso ha causado indignación a los rusos, pero a la vez ha servido para recordarles que todo empieza por un problema nacional: la gran abundancia de huérfanos y la escasez de familias rusas dispuesta a adoptar.
El adoptado devuelto a Rusia, un niño de 7 años y originario de Siberia, ha sido acogido en un hospital de Moscú mientras se decide su destino. Torry Ann Hansen, una enfermera de 33 años, lo había acogido hace seis meses. Ahora alega que no puede continuar con él porque es un chico violento e inestable, y acusa a las autoridades rusas de no haberlo advertido.
El Defensor del Menor de Rusia, Pavel Astajov, ha declarado que la fiscalía de Tennessee debería acusar a Hansen por el abandono del niño, que desde su adopción tiene nacionalidad estadounidense. En el país de Hansen, abogados especialistas en adopción creen que, en efecto, hay base para procesarla. Pero las autoridades aún no se han pronunciado.
Pero Astajov reconoce al mismo tiempo que el origen de los problemas es doméstico. Rusia no podría prescindir de las adopciones de Estados Unidos y otros países porque no tiene suficientes familias nacionales dispuestas a adoptar. De todas formas, añade Astajov, habría que reducir mucho la entrega de niños a extranjeros implantando más restricciones y a la vez fomentando decididamente las adopciones nacionales. Entre otras cosas, se debería exigir a las agencias de adopción rusas que dieran preferencia a las solicitudes del país, que a menudo son preteridas porque dan menos dinero que las del extranjero.
La necesidad de fomentar las adopciones nacionales fue ya subrayada hace cuatro años por el entonces presidente Vladimir Putin, hoy primer ministro (cfr. Aceprensa, 17-05-2006). Las medidas anunciadas en aquella ocasión no han servido hasta ahora para reducir la salida de niños a otros países.
Repercusiones en el extranjero
La medida tomada por Rusia supone una decepción para las familias norteamericanas que desean adoptar niños rusos. Unas 200 ya estaban en la fase final de los trámites, que han sido congelados.
En Estados Unidos, más del 10% de las adopciones internacionales son de niños rusos. En el último año fiscal (octubre 2008-septiembre 2009), los estadounidenses adoptaron 12.753 niños extranjeros. Rusia es el tercer país de origen, con 1.588; le preceden China (3.001) y Etiopía (2.269).
La preocupación por las anunciadas restricciones de Rusia a las adopciones por parte de extranjeros se ha contagiado a otros países que también reciben muchos niños de allí. En Alemania se adoptan entre 300 y 400 al año. En Irlanda, un país pequeño, los números son mucho más bajos; pero la dependencia de Rusia es mayor: de casi 4.000 niños adoptados por familias irlandesas en los últimos 17 años, más de la cuarta parte, 1.229, son rusos.
Aún mayor sería la repercusión en España, donde fueron adoptados 955 niños rusos en 2007, último año para el que se dispone de datos definitivos. Son el 26% del total de ese año, 3.648, y no muchos menos que los de China (1.059), el país de origen número uno. El tercero, a larga distancia, es Etiopía (481).
En una década, España se ha convertido en uno de los países que más niños extranjeros adopta, sobre todo en proporción. Sin embargo, tras un fuerte crecimiento hasta 2005, cuando alcanzó el máximo de 5.541, el número ha bajado hasta 3.648 en 2007. Las nuevas solicitudes de adopción se vienen manteniendo, con oscilaciones, en torno a 10.000 anuales.
Un factor que ha contribuido a que se disparen las adopciones internacionales en España es el descenso de las nacionales, en primer lugar por la menor disponibilidad de niños. No es que sean pocos los que no tienen familia: tutelados por los poderes públicos hay unos 30.000; pero solo una pequeña parte son de corta edad o están efectivamente disponibles para adopción. La mayoría están en acogimiento temporal, con familias o en residencias públicas. El caso es que las adopciones nacionales, que a principios de la presente década eran en torno a un millar por año, ahora han bajado a unas 800.
En cambio, en Estados Unidos el descenso de adopciones nacionales ha sido mucho menos acusado. De hecho, sigue habiendo más adopciones nacionales (alrededor de 60.000 al año) que internacionales, aunque en gran parte las hacen parientes (padrastros u otros) de los niños.