Algunos comentarios sobre el video han desatado incertidumbre,así que para que cada cual actue en consecuencia os dejo algunos artículos,no sin antes escribir una frase muy especial que me dijo mi hija Mei ,tras su primer día de colegio despues de pasadas las fiestas y pasar ya al mundo de los adultos al preguntarme de nuevo y yo ya contestarle en consecuencia :
- ¡Entonces toda mi vida ha sido una mentira!..........pero una mentira muy bonita,gracias mamá.
En un abrir y cerrar de ojos ha relacionado muchas cosas y comprendido muchas otras......valorado esfuerzos,sacrificios........comprendido la realidad con respecto al porque pasa esto o aquello en otro lugar....pero como no ha parado de decirme ,lo ha vivido tan intesamente que ha sido muy feliz .
Ahora y como dice el chiste:
- Cuando eres pequeño crees en los Reyes Magos y cuando eres mayor eres Los Reyes Magos.....
y ahora sí que somos tres:-)))
En cuanto a Carla,que disfrute,como yo y cada cual lo disfrutamos,pues como dijo el doctor en medicina José Cabrera, especialista en psiquiatría, afirma que poner obstáculos a la imaginación del niño sería "amputar su infancia", pues la fantasía es indispensable para un desarrollo emocional adecuado. "Si le quitas la fantasía a los niños, amputas su infancia, sería como quitarles los cuentos. De ninguna manera se puede defender que sea traumático creer en los Reyes Magos, porque ya la realidad vendrá sola", añade.
Y como leí yo una vez por la red :
Abrace muy fuerte a mi hija y le respondí con otra pregunta; ¿cuantos son los Reyes Magos? 3 y los Papas? 2 ....¿ves? es imposible que seamos los papas, ahora bien ....mira; Todo lo que existe tiene un principio y un fin, no es verdad? Si. Los Reyes Magos pertenecen al Reino de DIOS que es INFINITO por lo tanto Ellos no pueden Existir Ellos "SON" DIOS ........no existe DIOS: "ES" y vivirán en ti mientras tengas Fe, ilusión y Sueños.
La noche de Reyes Magos Simplemente dejemos que SEA.
BUENO OS DEJO CON UNOS ARTÍCULOS.
LA MAGIA DE LOS REYES MAGOS: ¿cuando estan preparados para saber la verdad?
Isabel Menéndez
Si hay algún día especial para los niños, ése es el de los Reyes Magos. Las connotaciones mágicas de estos seres tienen un efecto muy beneficioso en los más pequeños. No hay reino donde mejor se encuentren que en el de la fantasía. Cuando aprenden a disfrutar de ella, están más preparados para las frustraciones a las que se enfrentarán a lo largo de su vida, siempre y cuando durante su infancia hayan tenido la dosis de magia necesaria para su bienestar psicológico. Uno de los momentos que más tristeza despierta en los padres es cuando los hijos hacen la pregunta que Alberto dirige a su madre: “Mamá, Nacho me ha dicho que los Reyes son los padres. ¿A que no es verdad?”.Alberto tiene seis años y la expresión de haber recibido un impacto emocional. Su madre no sabe qué decir y para ganar tiempo le pregunta: “¿Y a ti qué te parece?”. El pequeño responde: “Pues que no puede ser verdad, porque vosotros no tenéis camellos y no podríais llevar tantos regalos a todos los niños en una noche”. Esta respuesta nos rebela que Alberto necesita más tiempo para aceptar la noticia y abandonar ese mundo fantástico en el que los Reyes Magos hacen realidad sus sueños, es decir, sus deseos.
Estos famosos personajes simbolizan para el niño la creencia en un mundo en el que se da todo sin pedir nada a cambio. Es como el mundo del lactante, donde todo llega por arte de magia. Los Reyes representanno sólo la generosidad de los padres, sino la buena voluntad del mundo entero. El antropólogo francésClaude Lévi-Strauss decía acertadamente: “No mantenemos la creencia en Papá Noel únicamente para engañar a nuestros hijos. Su fervor nos reconforta y nos ayuda a creer que un mundo de generosidad sin contrapartida no es absolutamente incompatible con la realidad”. Quizá con ellos volvemos a recordar que un día vivimos en un mundo feliz, donde el principio de realidad no venía a poner límites a nuestros deseos.
La imaginación infantil es necesaria para que se desarrolle el pensamiento con normalidad. El niño aprende, poco a poco, a discernir entre la fantasía y la realidad, entre lo interno y lo externo. En los primeros años tiene una imagen de sus padres totalmente idealizada, que corresponde al mundo de sus deseos y no a cómo sus padres son en realidad.
Creencia imprescindible
Día a día, el niño va constatando las dificultades y las limitaciones de sus mayores. Los Reyes Magos vienen a sustituir las primeras fantasías que los niños se han hecho sobre ellos. Esto les da seguridad. Necesitan creer que, al menos una vez al año, el país de las hadas existe. Antes de los seis años la creencia en los Reyes Magos (o en Papá Noel, en otras culturas) es imprescindible para ellos. En ambos casos, estamos hablando del gran padre que sabe lo que quieres y te da todo sin pedirte nada a cambio; que te adora sin condiciones, como eres; que no te pone límites, al contrario que el amor de los padres, que está condicionado a portarse bien, a hacer lo que te pidan.
Ningún niño piensa que los Reyes no le van a traer cosas si no ha sido bueno. Eso son argumentaciones propias de los padres, no de los Reyes Magos. Muchos padres se preguntan hasta cuándo hay que mantenerles en esa idea, o si es perjudicial no decírselo y que luego la decepción sea mayor y sientan que les hemos engañado. Si a un niño se le explica cual es la realidad antes de tiempo, se negará a aceptarlo. Al pequeño le importan los regalos porque representan que lo quieren, pero no tanto como el soporte de seguridad que la ilusión le da. El niño abandona el pensamiento mágico de forma gradual, a medida que su experiencia de la realidad se va ensanchando y adquiere más capacidad para enfrentarse la vida. Llegará un día en que no creerá en ellos, digan lo que digan los mayores, aunque la tradición se repetirá como un juego en el que todos se lo pasan bien.
Evitar errores
• Pensar que porque el niño sea muy fantasioso va a aceptar mal las limitaciones que la educación le impone es un error. La fantasía y el mundo mágico de los pequeños les ayudan a aceptar mejor la realidadcuando su psiquismo está preparado para ello.
• Si el niño tiene la convicción de que los Reyes Magos o Papá Noel existen, hay quedejarle seguir con su sueño.
• El pensamiento mágico, durante los primeros años de la vida, está relacionado con la falta de recursos psicológicos para examinar la realidad. La impotencia que siente el niño la suple con la omnipotencia del pensamiento, donde todo es posible según sus deseos. A los niños no hay que quitarles las ilusiones antes de tiempo, pero tampoco ocultarles lo que quieren saber cuando están dispuestos a ello.¿QUÉ PODEMOS HACER?
• Es preferible que nuestro hijo esté preparado para oír la verdad antes de confirmársela. Si su pregunta consiste en verificar la existencia de Papá Noel o de los Reyes Magos, se puede responder con una sencilla pregunta: “¿Tú qué piensas?”. Si afirma, se le dice que él mismo sabe la respuesta. Si lo niega, está en camino, pero conviene esperar un poco.
• Se le puede explicar que siempre habrá regalos, existan o no. Esto le hace ir más tranquilo hacia la verdad que tiene que asumir. Sus padres no lo pueden todo, como los Reyes, pero los regalos los siguen viviendo como un acto de amor hacia ellos.
• Si se opta por decirle la verdad, hay que pedirle que no lo cuente a los más pequeños que él, porque si no ellos no podrán soñar como hizo él.
• Cuando al niño se le confirma lo que sucede, el mundo encantado desaparece, pero la complicidad con nosotros y la convicción de que pertenece a partir de ese momento al clan de los mayores le ayudará a perpetuar esa tradición tan necesaria para la vida psíquica como los sueños y las ilusiones.
Si hay algún día especial para los niños, ése es el de los Reyes Magos. Las connotaciones mágicas de estos seres tienen un efecto muy beneficioso en los más pequeños. No hay reino donde mejor se encuentren que en el de la fantasía. Cuando aprenden a disfrutar de ella, están más preparados para las frustraciones a las que se enfrentarán a lo largo de su vida, siempre y cuando durante su infancia hayan tenido la dosis de magia necesaria para su bienestar psicológico. Uno de los momentos que más tristeza despierta en los padres es cuando los hijos hacen la pregunta que Alberto dirige a su madre: “Mamá, Nacho me ha dicho que los Reyes son los padres. ¿A que no es verdad?”.Alberto tiene seis años y la expresión de haber recibido un impacto emocional. Su madre no sabe qué decir y para ganar tiempo le pregunta: “¿Y a ti qué te parece?”. El pequeño responde: “Pues que no puede ser verdad, porque vosotros no tenéis camellos y no podríais llevar tantos regalos a todos los niños en una noche”. Esta respuesta nos rebela que Alberto necesita más tiempo para aceptar la noticia y abandonar ese mundo fantástico en el que los Reyes Magos hacen realidad sus sueños, es decir, sus deseos.
Estos famosos personajes simbolizan para el niño la creencia en un mundo en el que se da todo sin pedir nada a cambio. Es como el mundo del lactante, donde todo llega por arte de magia. Los Reyes representanno sólo la generosidad de los padres, sino la buena voluntad del mundo entero. El antropólogo francésClaude Lévi-Strauss decía acertadamente: “No mantenemos la creencia en Papá Noel únicamente para engañar a nuestros hijos. Su fervor nos reconforta y nos ayuda a creer que un mundo de generosidad sin contrapartida no es absolutamente incompatible con la realidad”. Quizá con ellos volvemos a recordar que un día vivimos en un mundo feliz, donde el principio de realidad no venía a poner límites a nuestros deseos.
La imaginación infantil es necesaria para que se desarrolle el pensamiento con normalidad. El niño aprende, poco a poco, a discernir entre la fantasía y la realidad, entre lo interno y lo externo. En los primeros años tiene una imagen de sus padres totalmente idealizada, que corresponde al mundo de sus deseos y no a cómo sus padres son en realidad.
Creencia imprescindible
Día a día, el niño va constatando las dificultades y las limitaciones de sus mayores. Los Reyes Magos vienen a sustituir las primeras fantasías que los niños se han hecho sobre ellos. Esto les da seguridad. Necesitan creer que, al menos una vez al año, el país de las hadas existe. Antes de los seis años la creencia en los Reyes Magos (o en Papá Noel, en otras culturas) es imprescindible para ellos. En ambos casos, estamos hablando del gran padre que sabe lo que quieres y te da todo sin pedirte nada a cambio; que te adora sin condiciones, como eres; que no te pone límites, al contrario que el amor de los padres, que está condicionado a portarse bien, a hacer lo que te pidan.
Ningún niño piensa que los Reyes no le van a traer cosas si no ha sido bueno. Eso son argumentaciones propias de los padres, no de los Reyes Magos. Muchos padres se preguntan hasta cuándo hay que mantenerles en esa idea, o si es perjudicial no decírselo y que luego la decepción sea mayor y sientan que les hemos engañado. Si a un niño se le explica cual es la realidad antes de tiempo, se negará a aceptarlo. Al pequeño le importan los regalos porque representan que lo quieren, pero no tanto como el soporte de seguridad que la ilusión le da. El niño abandona el pensamiento mágico de forma gradual, a medida que su experiencia de la realidad se va ensanchando y adquiere más capacidad para enfrentarse la vida. Llegará un día en que no creerá en ellos, digan lo que digan los mayores, aunque la tradición se repetirá como un juego en el que todos se lo pasan bien.
Evitar errores
• Pensar que porque el niño sea muy fantasioso va a aceptar mal las limitaciones que la educación le impone es un error. La fantasía y el mundo mágico de los pequeños les ayudan a aceptar mejor la realidadcuando su psiquismo está preparado para ello.
• Si el niño tiene la convicción de que los Reyes Magos o Papá Noel existen, hay quedejarle seguir con su sueño.
• El pensamiento mágico, durante los primeros años de la vida, está relacionado con la falta de recursos psicológicos para examinar la realidad. La impotencia que siente el niño la suple con la omnipotencia del pensamiento, donde todo es posible según sus deseos. A los niños no hay que quitarles las ilusiones antes de tiempo, pero tampoco ocultarles lo que quieren saber cuando están dispuestos a ello.¿QUÉ PODEMOS HACER?
• Es preferible que nuestro hijo esté preparado para oír la verdad antes de confirmársela. Si su pregunta consiste en verificar la existencia de Papá Noel o de los Reyes Magos, se puede responder con una sencilla pregunta: “¿Tú qué piensas?”. Si afirma, se le dice que él mismo sabe la respuesta. Si lo niega, está en camino, pero conviene esperar un poco.
• Se le puede explicar que siempre habrá regalos, existan o no. Esto le hace ir más tranquilo hacia la verdad que tiene que asumir. Sus padres no lo pueden todo, como los Reyes, pero los regalos los siguen viviendo como un acto de amor hacia ellos.
• Si se opta por decirle la verdad, hay que pedirle que no lo cuente a los más pequeños que él, porque si no ellos no podrán soñar como hizo él.
• Cuando al niño se le confirma lo que sucede, el mundo encantado desaparece, pero la complicidad con nosotros y la convicción de que pertenece a partir de ese momento al clan de los mayores le ayudará a perpetuar esa tradición tan necesaria para la vida psíquica como los sueños y las ilusiones.
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"LOS REYES MAGOS.¿ EXISTEN?*
Por José Ignacio Rivero
A Leslie Ricardo
Querida Leslie:
Pena me da decírtelo, pero tus amiguitas quizás tengan razón. Si tú no crees en los Reyes Magos, corres el riesgo de que los Reyes Magos no te visiten y se olviden para siempre de ti. Las cosas, Leslie, dejan de tener realidad cuando comenzamos a no creer en ellas. Tú ahora no lo comprendes porque eres una niña; mañana, estoy seguro de que sí.
Te han dicho tus amiguitas mayores que es absurdo aceptar la asombrosa rapidez con que unos cansinos camellos visitan en una noche de esperanzas a millones de niños; que es más lógico suponer que esos juguetes que aparecerán en millones de camitas la mañana del 6 de enero, habrán sido dejados ahí por las manos temblorosas de emoción de otros tantos millones de papás y de mamás que, al dejar los regalos, renuncian incluso a la gratitud de sus hijos atribuyéndoselos a los magníficos Reyes Melchor, Gaspar y Baltasar, que tan buenos fueron con el hijo de Dios cuando vino al mundo.
Esta versión ha sembrado en tu ánimo la duda; y ya no estás muy cierta de si son tus padres los que acordarán de ti esa noche venturosa o los tres monarcas orientales que tanto quieren a los niños que se portan bien.
Pues mira, Leslie, el que existan o no, ello dependerá de ti. Si crees en los Reyes, los Reyes existen y seguirán acordándose de que existe Leslie; pero si Leslie no cree en los Reyes, ¿por qué los Reyes van a creer en Leslie?
Con ellos te ha de suceder ahora lo que te acontecerá, cuando ya no seas niña, con infinidad de cosas en las que tendrás que poner una fe muy grande para estar segura de su existencia. Mañana ya no serán unos Reyes sino quizás un príncipe (¿qué hombre no es un príncipe para una enamorada?) que te ofrendará algo muy distinto de tus juguetes de hoy, y tendrás que creer en el amor, en la eternidad y en lo que parece más imposible: en la eternidad del amor.
Tendrás que creer, sí, pues de lo contrario te será negada esa tremenda y dolorosa dicha que consiste en asomarse a una ventana de fuego para percibir ligeras ráfagas y sordos murmullos del infinito y de la eternidad, esas dos dimensiones de Dios.
Cree, Leslie, cree en los Reyes Magos. Una de las razones porque el mundo está tan triste es porque los niños dudan demasiado pronto de que los Reyes vengan todos los años a la tierra y de que los hombres, muchos hombres, dudan de que hayan venido alguna vez.
¡Si supieras, Leslie, cómo se empobrece el mundo cuando los niños participan de la incredulidad de los hombres, cuando los hombres pierden la ingenuidad de los niños!
Antiguamente, Leslie, los hombres eran más sabios. Supieron enriquecer al mundo con bellas leyendas, y de cada una hicieron una antorcha, y con ellas lo alumbraban. De aquellas claridades aún estamos viviendo, y aunque infinidad de hombres yacen poseídos de la furia de apagarlas todas para asumir en las espantosas tinieblas de sus elucubraciones sin gracias, otros millones de hombres luchan por mantenerlas encendidas. Por eso, Leslie, vivimos aún con alguna claridad. Pero si algún día los niños todos de la tierra dejasen de creer en los Reyes Magos, y los hombres todos de la tierra dejasen de creer en el Niño que tuvo por cuna un pesebre, nos quedaríamos a oscuras como si el género humano hubiese perdido la vista o el sol dejase de alumbrar.
Si supieras, Leslie, lo que te ha de costar con el tiempo creer en la existencia de seres benevolentes que dan algo a cambio de nada, hoy te aferrarías a la idea sana de que existen tres seres reales que te dan algo al precio mínimo de creas en ellos.
Te han dicho que son tus papás los que compran los juguetes y los ponen junto a tu cama. Si fuese así, no por ello dejarían de existir los Reyes Magos. ¿Quién ordena a los padres que premien a los hijos buenos sino Melchor, Gaspar y Baltasar? Tus padres no tendrían por qué comprarte juguetes en esta ocasión si no fuera por complacer a los Reyes Magos ¿Es que tus padres no te lo dan ya todo? Todo, todo, todo...¡Y a cambio de nada!
¿Quién puso en el corazón de tus padres por ti sino el buen Dios que hizo todas las cosas? Alguien te dirá que hasta los irracionales quieren a sus hijos. Pero es por breve tiempo. Al perro poco le importan sus cachorros, y la perra les disputará a dentelladas la comida, no bien puedan valerse por si mismos. Aunque entre los humanos, tribus hay donde los padres venden a sus hijos como si fuesen terneros, y en algunos países, fuertes y civilizados, donde no se adora a Cristo, los padres se valen de sus hijas para pagar sus deudas.
Los Reyes Magos existen, Leslie. Si fueran unos seres fantásticos, existirían también, porque no hay nada más real que la fantasía. Ella ha poblado el mundo de personajes que tienen mucha más vida que las miríadas de individuos que tus ojos pueden ver y tus manos tocar. Si un prodigio telúrico, desde algún remoto planeta se estudiase este otro en que vivimos, al referirse a, los seres que lo habitan quedarían registrados Don Quijote, Hamlet, Fausto, Don Juan, Ulises y un centenar más de personajes que, al decir del vulgo, no han existido nunca. Y es que los hombres de carne y hueso, querida Leslie, son tanto más reales cuanto más se aproximan a aquellos otros que forjaran o la fantasía de los poetas o el genio de los noveladores o la musa popular.
El mundo, Leslie, está hecho de quimeras, y dile a quien te diga que no existen los Reyes Magos que es un mentiroso delirante, pues existirán, Leslie, hasta que tú misma los destruyas.
Que ellos te colmen de dones, como compensación anticipada de las penas que te reserva la vida, son los fervientes deseos de este tu amiguito que cree en los Reyes Magos como una de las pocas cosas serias en que todavía se puede creer.
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Costumbres relacionadas con los Reyes Magos
En España, frente a la reciente introducción de Papá Noel en las costumbres navideñas, debido a la influencia de la cultura estadounidense y otros países extranjeros, es tradicional que los regalos los traigan los Reyes Magos, la noche del 5 al 6 de enero. Antes el día 5, sus majestades recorren toda España, en carrozas repartiendo caramelos a los niños que están emocionados al verlos llegar.
Todo empezó por iniciativa de un famoso médico de la localidad onubense de Higuera de la Sierra, hace más de 90 años, decidió salir a caballo con dos personas para representar a los tres Reyes. En unos años fueron los vecinos quienes hicieron carrozas con imágenes de la Biblia. Y siguió la tradición hasta hoy que, cada 5 de enero, las calles se engalanan para recibir a Sus Majestades.
http://inmaculada-guzman-martinez.suite101.net/el-origen-de-los-reyes-magos-de-oriente-a35306#ixzz1jZIU9z4g
Aqui tienes la solución:
Los Reyes Magos son verdad
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papá?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
- Es que... -titubeó Blanca
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh! necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo el Niño-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que el Niño Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.
Los Reyes Magos son verdad
Apenas su padre se había sentado al llegar a casa, dispuesto a escucharle como todos los días lo que su hija le contaba de sus actividades en el colegio, cuando ésta en voz algo baja, como con miedo, le dijo:
- ¿Papá?
- Sí, hija, cuéntame
- Oye, quiero... que me digas la verdad
- Claro, hija. Siempre te la digo -respondió el padre un poco sorprendido
- Es que... -titubeó Blanca
- Dime, hija, dime.
- Papá, ¿existen los Reyes Magos?
El padre de Blanca se quedó mudo, miró a su mujer, intentando descubrir el origen de aquella pregunta, pero sólo pudo ver un rostro tan sorprendido como el suyo que le miraba igualmente.
- Las niñas dicen que son los padres. ¿Es verdad?
La nueva pregunta de Blanca le obligó a volver la mirada hacia la niña y tragando saliva le dijo:
- ¿Y tú qué crees, hija?
- Yo no sé papá, que sí y que no. Por un lado me parece que sí que existen porque tú no me engañas; pero, como las niñas dicen eso.
- Mira, hija, efectivamente son los padres los que ponen los regalos pero...
- ¿Entonces es verdad? -cortó la niña con los ojos humedecidos-. ¡Me habéis engañado!
- No, mira, nunca te hemos engañado porque los Reyes Magos sí que existen -respondió el padre cogiendo con sus dos manos la cara de Blanca.
- Entonces no lo entiendo papá.
- Siéntate, Blanquita, y escucha esta historia que te voy a contar porque ya ha llegado la hora de que puedas comprenderla -dijo el padre, mientras señalaba con la mano el asiento a su lado.
Blanca se sentó entre sus padres ansiosa de escuchar cualquier cosa que le sacase de su duda, y su padre se dispuso a narrar lo que para él debió de ser la verdadera historia de los Reyes Magos:
Cuando el Niño Jesús nació, tres Reyes que venían de Oriente guiados por una gran estrella se acercaron al Portal para adorarle. Le llevaron regalos en prueba de amor y respeto, y el Niño se puso tan contento y parecía tan feliz que el más anciano de los Reyes, Melchor, dijo:
- ¡Es maravilloso ver tan feliz a un niño! Deberíamos llevar regalos a todos los niños del mundo y ver lo felices que serían.
- ¡Oh, sí! -exclamó Gaspar-. Es una buena idea, pero es muy difícil de hacer. No seremos capaces de poder llevar regalos a tantos millones de niños como hay en el mundo.
Baltasar, el tercero de los Reyes, que estaba escuchando a sus dos compañeros con cara de alegría, comentó:
- Es verdad que sería fantástico, pero Gaspar tiene razón y, aunque somos magos, ya somos ancianos y nos resultaría muy difícil poder recorrer el mundo entero entregando regalos a todos los niños. Pero sería tan bonito.
Los tres Reyes se pusieron muy tristes al pensar que no podrían realizar su deseo. Y el Niño Jesús, que desde su pobre cunita parecía escucharles muy atento, sonrió y su voz se escuchó en el Portal:
- Sois muy buenos, queridos Reyes Magos, y os agradezco vuestros regalos. Voy a ayudaros a realizar vuestro hermoso deseo. Decidme: ¿qué necesitáis para poder llevar regalos a todos los niños?
- ¡Oh! necesitaríamos millones y millones de pajes, casi uno para cada niño que pudieran llevar al mismo tiempo a cada casa nuestros regalos, pero no podemos tener tantos pajes., no existen tantos.
- No os preocupéis por eso -dijo el Niño-. Yo os voy a dar, no uno sino dos pajes para cada niño que hay en el mundo.
- ¡Sería fantástico! Pero, ¿cómo es posible? -dijeron a la vez los tres Reyes Magos con cara de sorpresa y admiración.
- Decidme, ¿no es verdad que los pajes que os gustaría tener deben querer mucho a los niños?.
- Sí, claro, eso es fundamental - asistieron los tres Reyes.
- Y, ¿verdad que esos pajes deberían conocer muy bien los deseos de los niños?
- Sí, sí. Eso es lo que exigiríamos a un paje -respondieron cada vez más entusiasmados los tres.
- Pues decidme, queridos Reyes: ¿hay alguien que quiera más a los niños y los conozca mejor que sus propios padres?
Los tres Reyes se miraron asintiendo y empezando a comprender lo que el Niño Jesús estaba planeando, cuando su voz de nuevo se volvió a oír:
- Puesto que así lo habéis querido y para que en nombre de los Tres Reyes Magos de Oriente todos los niños del mundo reciban algunos regalos, YO ordeno que en Navidad, conmemorando estos momentos, todos los padres se conviertan en vuestros pajes, y que en vuestro nombre, y de vuestra parte regalen a sus hijos los regalos que deseen. También ordeno que, mientras los niños sean pequeños, la entrega de regalos se haga como si la hicieran los propios Reyes Magos. Pero cuando los niños sean suficientemente mayores para entender esto, los padres les contarán esta historia y a partir de entonces, en todas las Navidades, los niños harán también regalos a sus padres en prueba de cariño. Y recordarán que gracias a los Tres Reyes Magos todos son más felices.
Cuando el padre de Blanca hubo terminado de contar esta historia, la niña se levantó y dando un beso a sus padres dijo:
- Ahora sí que lo entiendo todo papá. Y estoy muy contenta de saber que me queréis y que no me habéis engañado.
Y corriendo, se dirigió a su cuarto, regresando con su hucha en la mano mientras decía:
- No sé si tendré bastante para compraros algún regalo, pero para el año que viene ya guardaré más dinero.
Y todos se abrazaron mientras, a buen seguro, desde el Cielo, tres Reyes Magos contemplaban la escena tremendamente satisfechos.